Historias de Adopción: Kivu y María

Con sólo una mirada es posible crear una conexión tan especial como para cambiar radicalmente tu vida. Eso le pasó a María con Kivu, un perro de color azabache que, desde muy pequeño, ya conocía lo que era el abandono.


María acababa de terminar su máster en etología y decidió que ya era el momento de empezar a compartir su vida con un nuevo peludo. Ella ya convive con un conejo de 4 años llamado Bugs y dos cobayas, Tash y Pumba, pero tenía muchas ganas de adoptar un perro, pues su sueño es convertirse en educadora canina. Al ser cliente habitual de Kiwoko, no se lo pensó dos veces y fue a nuestra tienda en Parque Corredor.

Olson, el hermano de Kivu, fue de quién se enamoró al principio pero, después de mirar a Kivu a los ojos, sintió una conexión que no pudo ignorar y decidió iniciar los trámites de su preadopción. Tardaron muy poco en llamar a María para hacerla saber que era perfecta para Kivu, pero el pequeño necesitó pasar más tiempo en Kiwoko vigilado por los veterinarios antes de irse, ya que estaba muy malito, aunque no dejó de recibir visitas de su nueva compañera humana.

Una vez en casa, Kivu necesitó un tiempo de adaptación y habituación para poder convivir con Bugs, Pumba y Tash. Aunque ellos ya estaban acostumbrados a convivir con perros, el instinto cazador de Kivu hizo que necesitase ese periodo de adaptación para aprender a relacionarse sin problemas con esos animales tan desconocidos para él. ¡Ahora son todos hermanos!

No están seguros si María ayudó a Kivu o fue este perrete encantador quien ayudó a María, pero ahora que se han convertido en una familia, no dejarán de estar el uno para el otro.