Yo, yo mismo y una Pandemia: Semana 10

Siempre envidié la vida del humano… hasta que el humano envidió la vida de las mascotas.

Día 63

Qué alegría, qué alboroto! El sol llegó de nuevo a la ciudad y con él, el calorcito. ¡Ay! Qué feliz estoy.

Una nueva rutina ha llegado a esta casa, y es que ahora no hay quien nos saque de la terraza. Sonia se ha venido arriba y ha sacado hasta la tumbona. Dice que tiene que aprovechar el tiempo perdido y prepararse para cuando pueda ir a la playa. ¿Me pregunto cuándo será eso? ¿En 2031?

La casa huele a crema solar, resuenan las chanclas de Mateo al andar, los mosquitos me empiezan a picar... Es como estar en el piso de la tía Pili en Torremolinos. ¡Ay! ¿Sabrá Mateo en qué fase se podía ir a la playa?

Y yo, que no pierdo oportunidad para verme más guapo, aquí estoy, vuelta y vuelta cual croqueta. No seré yo el Casper perruno. Poca broma, pero ya se nota. Ay Patri cuando me veas...

Día 67

67 días han pasado desde que Mateo y Sonia se encerraron aquí dentro y los llevo contando uno tras otro como un martillo pilón. Aunque bien es cierto que Mateo ya está mucho más relajado, dice que está deseando que abran los bares para meterse en uno y no salir hasta volver a casa saludando en las rotondas.

Sonia dentro de poco también volverá al trabajo. Ya parece que todo volverá a la normalidad y me volverán a dejar en casa solo… En el fondo me da mucha pena, al final hemos pasado mucho tiempo juntos y he disfrutado mucho con ellos. Sonia y sus bailes; Mateo con sus bailes especiales también; sus pasos arrítmicos como cuando se te queman los pies en la arena de la playa, o hace el salto del sapo suicida, el del pellizco en el brazo, el del canguro con calambres o el del giro de la licuadora… Tantos buenos momentos juntos…

Rambo kiwoko

Continuará...

Leer más del diario de pandemia de Rambo

Etiquetas: