Siempre envidié la vida del humano… hasta que el humano envidió la vida de las mascotas.
Día 43
Hoy parecía un día más, de esos que estamos los tres juntitos en casa... ¡Ah, no! ¡Espera! Que ahora somos cuatro... maldito pez delincuente... Bueno a lo que iba, era un día normal, lucía el sol y esperaba impaciente mi primer paseo del día. A primera hora suele salir Patri y me relamía el flequillo para ir bien guapo a la calle. Pequeños trucos para resaltar mi belleza natural, ya sabéis...
Pero no, estaba muy equivocado, algo se olía en el ambiente, un chismorreo lejano llegaba a mis oídos. ¿Estábamos preparados para afrontar lo que se nos venía encima? La respuesta es no. Me pilló totalmente desprevenido, y es que de repente... ¡los niños habían vuelto!
No recuerdo en qué momento desaparecieron de nuestras
vidas pero ¡pum! ahí estaban de nuevo. Pero no actuaban como yo los recordaba, estaban más locos que nunca. Oleadas de niños con sus padres invadiendo la acera chillaban, corrían... ¡Uno casi me pilla con su patinete! Maldito renacuajo... ¡Qué locura! No me podía ni concentrar para levantar la patita y echar un pis tranquilo...
Día 44
No sé qué le pasa a Mateo (ese señor con el pelo que parece un Playmobil). Le estoy empezando a coger un poco de manía, pero en el fondo tanto a Sonia como a él se les ve más contentos. Yo creo que puede ser porque se han pasado ya todas las pantallas de bailes, retos, recetas y todas las cosas raras que estaban haciendo ahora.
Ayer me encontré a Mateo probándose las mallas y las zapatillas de correr, y pobrecito mío, se ha puesto gordo como un trullo. Es más fácil saltarlo que rodearlo. Creo que tiene intención de salir a correr en breves, ¡es una buena noticia!, pero espero no tener que hacerme responsable de él cuando le tenga que acompañar corriendo. Luego siempre tengo que quedarme esperándole porque, Mateo es majo, pero el deporte le castiga con dureza desde pequeño.
En el fondo, esto de volver a ver niños es una gran noticia, porque ahora los paseos son mejores y más divertidos... Bicicletas por aquí... Bicicletas por allá... Cuánto echaba de menos ver vida en las calles. ¡Qué alegría! Me entraban ganas de salir corriendo de un lado a otro, pero Mateo todavía me tiene la correa corta.
Además, he podido ver a lo lejos a Omar, el pequeño vecino al que llevaba mucho tiempo sin ver. Está en la etapa presocrática y no para de preguntar cosas siempre, pero es un muy cuqui el churumbel. ¡Eso sí! Como se le crucen los cables se engorila y manda a la madre a raspar cardos.
Día 47
“YO ME QUEDO EN CAUSA” he escuchado desde el móvil de Sonia hoy al levantarme. ¡EING! ¿qué causa? Creo que la señora que dice eso no ha tenido el mejor Live de su vida. Menudos ladridos de risa me he echado, el desayuno de hoy me ha sentado increíble gracias a ella.
Por lo demás, ante tal angustia por no ver a Patri (mi media perra-naranja) durante unos días, el viernes pasado a eso de las 15h me escapé de casa al mediodía para ver si conseguía dar con ella donde siempre, en la Avenida donde solíamos quedar, cerca de un Parking muy grande. Me quedé esperando pero no aparecía... Sabía yo que no iba a aparecer, eso sí, vi a su dueño venir del Parking, que casualidad.
Luego Mateo me regañaba un poco por la travesura, y tenía razón. Pero a mí me valió el volver a estar en ese lugar para estar tranquilo sabiendo que ella estaba cerca…. ¡Esa tranquilidad no la tengo ni estando rodeado de 8 sacos de Dozgilla! o mejor aún, ¡ni sabiendo que Pepo se va de vacaciones al mar Báltico un mes! Maldito Pepo, si al final es buen pez. Además se está poniendo tocho, tiene las aletas bien musculadas de levantar la Torre Eiffel de su acuario.
En resumen, creo que me está afectando esto de no verla. Pero ahora, con las fases del confinamiento, creo que Mateo empezará a irse a las terrazas a tomar vermú solo, y será mi momento para hacer lo que me salga del hocico. ¡Estoy tan nervioso, que no me duermo y estoy escribiendo en el diario! A ver.. ¿Qué hora es? ¡Son las 3AM ya!
Continuará...
