La historia de Horus comienza cuando una señora nos llama para decirnos que hay un perro en su edificio que lleva dos meses sin salir de la vivienda. Su titular había fallecido y en la casa estaban su madre, mujer de ochenta y tantos que no podía sacarlo, su mujer con diversidad funcional y una hija de doce años. Desde que el marido había fallecido, Horus no había pisado la calle. Horus era un perro de dos años, al que habían educado de modo muy estricto y al que en la calle no dejaban ni acercarse ni que se acercaran personas o animales. Es decir, cero socialización salvo su entorno cercano. El camino a FEEL fue con bozal y mucha intranquilidad. Sin embargo en FEEL descubrimos que era perro que te aceptaba pronto, si se seguían unos pasos como llevar una correa en la mano y ser presentado. No sabemos bien por qué, los meses se han ido pasando y Horus sigue con nosotras. Es tierno, es divertido, es inteligente, es activo, es alegre, convive con una perra joven dirigiendo ella todo el cotarro, adora los paseos y es un buen perro. Se merece ya una familia